Diferencia entre revisiones de «Hablemos del millennialismo»
Línea 1: | Línea 1: | ||
− | Texto introductorio de la publicación '' | + | Texto introductorio de la publicación ''[[Ok, Boomer|Ok, boomer. Reflexiones en torno a trabajo, cultura y juventud]]'', editada por Galaxxia en colaboración con la editorial [http://du-da.net/marti-culiz/ Marti Culiz] de [http://du-da.net/ DU-DA].<blockquote>''[[Trabajo y precariedad|Precariedad]]'' y ''[[Juventud|millennial]]'' se erigen hoy como términos prácticamente indisociables de las cuestiones de trabajo, cultura y juventud. Nos vinieron dados al debate desde ciertas élites (la academia del autoproclamado occidente<sup>1</sup>; las corporaciones y sus estrategias de marketing<sup>2</sup>; los gobiernos y partidos, más porosos en sus argucias a los discursos de arriba que a las propuestas de la calle) y en el reino español nos hemos terminando sintiendo más o menos atravesados por lo que representan, incorporándolos a nuestro lenguaje y encuerpándolos. En 2020 podríamos clasificarlas como palabras de lo más ''mainstream'', manidas pero aún sin agotar, porque todavía son capaces de removernos y afectar nuestro estado emocional, nuestras estéticas y nuestro estar político. Claro que la generación ''post-[https://es.wikipedia.org/wiki/Baby_boomer boomer]'' ha perdido la confianza en ese relato contra la incertidumbre de que “el sacrificio te recompensará con seguridad”; claro que la especulación inmobiliaria ha arrasado con nuestras ciudades y nuestras cuentas; claro que se desmorona la fe en las instituciones hasta ahora más sólidas; claro que la actividad cultural_artística es desdeñada por quienes deciden la repartición de recursos y esto empeora las condiciones laborales; claro que el capitalismo cognitivo manipula nuestro entusiasmo para convertirlo en motor de sus lavados de cara; claro que este ahogo económico funciona como método de domesticación; claro que la invasión de nuestras vidas por parte de las tecnologías de la información nos hace habitar el mundo de una manera muy distinta a la que lo hicieron generaciones anteriores; claro que la generación ''post-boomer'' está asentando la perspectiva feminista (no necesariamente la más radical) en el debate público, aparentemente sin vuelta atrás; pero es necesario aproximarse a estos términos desde una perspectiva crítica y comprender que las narrativas que los envuelven no son universales. Como la mayor parte de discursos producidos en el ensimismado y autoidentificado occidente, cuando hablamos de ''lo precario'' o de ''lo millennial'' suele echarse en falta una reflexión situada que apunte las condiciones específicas (territorio, clase, género, raza, cuerpo, salud mental...) del sujeto que se describe. De lo contrario, y como es habitual, pareciera que hablamos de un sujeto global -y nada más lejos de la realidad. En otras palabras, y como bien apuntaba Mikki Schindler en [https://www.instagram.com/p/B2EGCLDo2tA/ su comentario en el post de #Cultura]. |
La palabra, además, performa, provoca la encarnación e incorporación del discurso en nuestra manera de identificarnos y de relacionarnos. Es más; un texto no sólo transmite lo que literalmente menciona, sino que su significado se completa con lo que en él está ausente y las otras ideas o discursos a las que no hace mención pero con los que se relaciona desde códigos simbólicos o representativos (ejemplo: si en este prólogo habláramos de ''industrias creativas'' en lugar de ''cultura'', estaríamos evidenciando un marco conceptual y significativo distinto). Por tanto: cuando nos denominan ''precarixs'' y ''millennials'' nos inducen a performar unas cualidades y actitudes específicas y no otras. Como lo que nos viene dado no nos parece ni suficiente, ni honesto, ni conveniente, generamos contradiscurso, contraimaginario. | La palabra, además, performa, provoca la encarnación e incorporación del discurso en nuestra manera de identificarnos y de relacionarnos. Es más; un texto no sólo transmite lo que literalmente menciona, sino que su significado se completa con lo que en él está ausente y las otras ideas o discursos a las que no hace mención pero con los que se relaciona desde códigos simbólicos o representativos (ejemplo: si en este prólogo habláramos de ''industrias creativas'' en lugar de ''cultura'', estaríamos evidenciando un marco conceptual y significativo distinto). Por tanto: cuando nos denominan ''precarixs'' y ''millennials'' nos inducen a performar unas cualidades y actitudes específicas y no otras. Como lo que nos viene dado no nos parece ni suficiente, ni honesto, ni conveniente, generamos contradiscurso, contraimaginario. |
Revisión del 17:29 22 nov 2020
Texto introductorio de la publicación Ok, boomer. Reflexiones en torno a trabajo, cultura y juventud, editada por Galaxxia en colaboración con la editorial Marti Culiz de DU-DA.
Precariedad y millennial se erigen hoy como términos prácticamente indisociables de las cuestiones de trabajo, cultura y juventud. Nos vinieron dados al debate desde ciertas élites (la academia del autoproclamado occidente1; las corporaciones y sus estrategias de marketing2; los gobiernos y partidos, más porosos en sus argucias a los discursos de arriba que a las propuestas de la calle) y en el reino español nos hemos terminando sintiendo más o menos atravesados por lo que representan, incorporándolos a nuestro lenguaje y encuerpándolos. En 2020 podríamos clasificarlas como palabras de lo más mainstream, manidas pero aún sin agotar, porque todavía son capaces de removernos y afectar nuestro estado emocional, nuestras estéticas y nuestro estar político. Claro que la generación post-boomer ha perdido la confianza en ese relato contra la incertidumbre de que “el sacrificio te recompensará con seguridad”; claro que la especulación inmobiliaria ha arrasado con nuestras ciudades y nuestras cuentas; claro que se desmorona la fe en las instituciones hasta ahora más sólidas; claro que la actividad cultural_artística es desdeñada por quienes deciden la repartición de recursos y esto empeora las condiciones laborales; claro que el capitalismo cognitivo manipula nuestro entusiasmo para convertirlo en motor de sus lavados de cara; claro que este ahogo económico funciona como método de domesticación; claro que la invasión de nuestras vidas por parte de las tecnologías de la información nos hace habitar el mundo de una manera muy distinta a la que lo hicieron generaciones anteriores; claro que la generación post-boomer está asentando la perspectiva feminista (no necesariamente la más radical) en el debate público, aparentemente sin vuelta atrás; pero es necesario aproximarse a estos términos desde una perspectiva crítica y comprender que las narrativas que los envuelven no son universales. Como la mayor parte de discursos producidos en el ensimismado y autoidentificado occidente, cuando hablamos de lo precario o de lo millennial suele echarse en falta una reflexión situada que apunte las condiciones específicas (territorio, clase, género, raza, cuerpo, salud mental...) del sujeto que se describe. De lo contrario, y como es habitual, pareciera que hablamos de un sujeto global -y nada más lejos de la realidad. En otras palabras, y como bien apuntaba Mikki Schindler en su comentario en el post de #Cultura.
La palabra, además, performa, provoca la encarnación e incorporación del discurso en nuestra manera de identificarnos y de relacionarnos. Es más; un texto no sólo transmite lo que literalmente menciona, sino que su significado se completa con lo que en él está ausente y las otras ideas o discursos a las que no hace mención pero con los que se relaciona desde códigos simbólicos o representativos (ejemplo: si en este prólogo habláramos de industrias creativas en lugar de cultura, estaríamos evidenciando un marco conceptual y significativo distinto). Por tanto: cuando nos denominan precarixs y millennials nos inducen a performar unas cualidades y actitudes específicas y no otras. Como lo que nos viene dado no nos parece ni suficiente, ni honesto, ni conveniente, generamos contradiscurso, contraimaginario.
Siguiendo estas premisas, hablar de trabajo y producción es complejo. Procesos de contratación, jerarquías laborales, salarios, convenios, horarios, el cuerpo en el trabajo, mecanización, automatización, especialización, distribución de las tareas, dependencias, economías, recursos técnicos e infraestructurales, corporativismos, abusos, capital simbólico, poder, trabajar en el problema o ser el problema… Son todas cuestiones interconectadas, entre sí y con muchas otras ideas sobre el respeto, el vivir bien y la co-responsabilidad con el cuidado entre nosotrxs y con todo lo no humano. Queremos condiciones dignas, aunque en el debate sobre cuáles son esas dignas condiciones no encontramos propuestas claras y alentadoras -al menos, las que así lo son, no cuentan con agencia suficiente como para modificar las estructuras que nos controlan y ordenan. El horizonte político de Galaxxia se dirige a la convivencia radicalmente respetuosa y a abolir todo tipo de explotación, y dudamos que el trabajo pueda no serlo -al menos, de la manera en la que en nuestro contexto institucional de acción se entiende. Sin embargo, mientras pedimos renta básica universal, entendemos que hoy en día no se dan las condiciones para una abolición del trabajo que afecte a todxs por igual y que no desplace la explotación de lo humano hacia otras formas de vida no humana. De esta manera, Galaxxia trabaja en el mientras tanto, en el presente que cohabitamos en dirección a un futuro que, por el momento, no existe, y es aquí donde volvemos a toparnos con esas palabras: precariedad, millennial. Decidimos agarrarlas, así como muchos otros códigos instaurados, pero para llevarlas hacia otro desarrollo más crítico, más situado. ¿Se puede tirar la casa del amo con las herramientas del amo?
Hasta aquí, algunxs encontrarán contradictorio que una plataforma cuyo marco de alianzas es el trabajo cultural joven se posicione a favor de la abolición del trabajo. Sin embargo, encontramos la razón de ser al corporizar lo precario y lo millennial desde esta perspectiva crítica; lo que encontramos más desatendido y, al mismo tiempo, lo que más nos interesa, son los procesos de violencia sistematizados que vivimos y las estrategias afectivas y afirmativas de resistencia que construimos. A los proyectos unidos por lazos profesionales_sectoriales se les asocia, generalmente, un imaginario vinculado a catálogos de buenas prácticas y procesos lobbísticos -en la línea de lo que vienen haciendo las asociaciones profesionales. Reconociendo y agradeciendo mejoras que estas asociaciones alcanzaron en su día, Galaxxia quiere distanciarse de ellas por encontrarlas opacas, poco críticas, de lógicas esencialistas, desconectadas de las urgencias políticas del conjunto social, habitualmente complacientes con las estructuras de poder y de metodologías generacionalmente desubicadas. Galaxxia defiende que la vida es mucho más que el trabajo y cada una de nosotrxs mucho más que nuestro puesto o profesión. Utiliza intencionadamente la definición de “jóvenes trabajadorxs culturales” como marco de unión mínima, porque defiende que esa condición laboral que comparten la diversidad de participantes en la plataforma es una porción reducida de lo que les identifica: cada unx de ellxs tiene mucho más que hacer en esta vida que trabajar. Además, entiende que las violencias y los procesos de reparación y autodefensa que nos unen bajo “trabajadorxs culturales jóvenes” tienen más que ver con un sistema de privilegios estructural -patriarcado, capitalismo, colonialismo, capacitismo, adultocentrismo, clasismo… condiciones que hieren entre humanos y a todo lo que nos rodea- que con condiciones del sector -que son más bien consecuencia de las anteriores. Por eso, nos posicionamos en no desarrollar estrategias profesionales sino interseccionales, transversales. No nos interesa cambiar el estatuto del artista, nos interesa hacer política respetuosa con todo lo que habita Gaia. Queremos promover prácticas y éticas de trabajo y de vida corresponsables y reconocidamente interdependientes con el contexto natural_cultural_tecnológico que habitamos.
Nuestros objetivos son ambiciosos, pero nuestras actividades más humildes: llegan hasta donde llegan con los recursos que conseguimos, el grupo que hasta ahora somos y los tiempos que nos podemos permitir. Lo que firmemente creemos es que, para trabajar en esta dirección, sin paralizarnos por la tensión de nuestras contradicciones y cuestiones sin resolver, debemos reconocernos vulnerables, interdependientes, ignorantes, inseguras, insuficientes para abarcar lo que deseamos, y, cuestionando las lógicas hegemónicas del éxito y el fracaso, nos entendemos necesariamente abiertas al aprendizaje constante, a la escucha, a la revisión, al trabajar con otrxs, a ser afectadas y transformadas. Entendemos que nuestra capacidad de alteración del contexto es limitada, pero no por eso cesa nuestra voluntad y acción de subversión y revisión. Para ello, invertimos nuestros esfuerzos y recursos en actividades que ponen ideas, cuerpos, contextos y territorios en diálogo, motivando consensos de base y situados que después puedan ser replicados, escalados, tomados como referencia, transformados y re-situados para seguir siendo útiles en otros grupos o lugares.
Referencias y comentarios
1Precariedad, Precariado y Precarización. Un comentario crítico desde América Latina a “The Precariat. The New Dangerous Class” de Guy Standing, por Hernán Cuevas Valenzuela, 2015. Disponible en: bit.ly/scielo-precariat
2Uno de los infinitos artículos de grandes corporaciones y empresas de marketing que aparece al buscar millennial en Google es de BBVA y habla sobre cómo dirigirnos: “Tener una relación cercana con sus empleados, desafiarles a diario y generar un espacio de trabajo al estilo coworking son algunas de las claves…” Disponible en: bit.ly/bbva-dirigir-millennials