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Creo que el máximo papel al que deberían aspirar las instituciones es el de hacer preguntas o establecer conexiones. Ahora mismo las que hacemos preguntas somos nosotras y quienes dictaminan los relatos son ellas. La institución como aparato de verdad cuyo discurso hegemónico opera en una existencia compuesta por tiempo y espacio, coloniza el cuerpo social desvaneciendo las particularidades del individuo. | Creo que el máximo papel al que deberían aspirar las instituciones es el de hacer preguntas o establecer conexiones. Ahora mismo las que hacemos preguntas somos nosotras y quienes dictaminan los relatos son ellas. La institución como aparato de verdad cuyo discurso hegemónico opera en una existencia compuesta por tiempo y espacio, coloniza el cuerpo social desvaneciendo las particularidades del individuo. |
Revisión actual del 20:45 11 mar 2023
No voy a hablar de nada es un texto de Alba Tres Valladares realizado en octubre de 2020. Alba fue seleccionada como colaboradora para las sesiones experimentales de pensamiento y escritura Claves para un manifiesto de las Jornadas de pensamiento xxi.
No voy a hablar de nada. Voy a hacer relaciones. Las que me interesan son aquellas que encarnan los cuerpos singulares malabareando entre las narrativas oficiales/aceptadas y su apropiación. Discursos no hegemónicos en cuerpos institucionalizados
Creo que el máximo papel al que deberían aspirar las instituciones es el de hacer preguntas o establecer conexiones. Ahora mismo las que hacemos preguntas somos nosotras y quienes dictaminan los relatos son ellas. La institución como aparato de verdad cuyo discurso hegemónico opera en una existencia compuesta por tiempo y espacio, coloniza el cuerpo social desvaneciendo las particularidades del individuo.
Total, que los discursos hegemónicos están ahí, asentados, y respaldados por las entidades que parecen estar por encima de las #singularidades individuales. Esto es una #putada, el “por encima de”, la hegemonía, la mirada globalizante... pues no deja de ser una forma de #autoritarismo violento para aquellos sujetos no-hegemónicos. Es entonces cuando jugamos...
Las narrativas institucionales, institucionalizadas e (instituyntes) no son mentiras, son verdades jodidamente simplificadas, verdades reduccionistas... (los estereotipos funcionan igual: ¿desgraciadamente? no son mentira, pero desde luego que tampoco son tan absolutos como se plantean). /////// ¿Cómo nos afectan estas verdades desnatadas institucionales a los individuos? ////// ¿Quién y cómo puede transformar estas narrativas? //////
La Solución (irónicamente definitiva) es generar nuevo espacio para nuevas voces. Espacio seguro para realidades complejas (diametralmente opuesto a 1 Realidad –en singular – oficialmente sencilla), que es verdaderamente como son las realidades: un poco complejas. “Generar espacio” y no “espacios” (el plural remite a marginación: El ((1)) Espacio vs. los otros espacios). Simultanear lo hoy por hoy hegemónico con lo futuramente hegemónico. Compaginar los discursos oficiales/aceptados con los que no lo son, ¡todavía!, porque me hace gracia lo de hablar de discursos “aceptados” ... es un cachondeo racista.
Que... ¿cómo nos afectan? Acho, pues siendo excluidas selectivamente, sufriendo violencia explícita y #violenciaInstitucional con sus consecuentes secuelas socioeconómicas. Las subjetividades disidentes acaban por colorearse con tonos color mierda de las #subjetividadesIntitucionalizadas /aceptadas (¿por qué?) por la simple y humana razón de la pertenencia al grupo, por la necesidad de vincularse a una comunidad y ser aceptados por la misma, por tener éxito profesional o al menos acceso al trabajo. Qué quieres que te diga... es supervivencia, pero manda narices que por mera supervivencia una identidad propia deje de ser propia y trate de ser la réplica de un canon, una subjetividad normativa.
Más concretamente: ¿qué pasa cuando una práctica te interesa pero no te identificas con los valores que representa? ¿Se puede ser #deportista y rechazar la #deportividadHegemónica, la competición, el sacrificio, la ausencia de vulnerabilidad emocional, la búsqueda incesante de mejora, el rendimiento...?
El meollo está en las relaciones de poder (¿queda pedante que me acuerde de Foucault y lo diga cuando tecleo “#relacionesdepoder”?). La Institución tiene PODER. Este poder viene de y a su vez se lo da a los sujetos que apoyan su causa. Moooooola esta relación
recíproca de dar/recibir poder... hay juego.
La maravilla de que una institución pueda lanzar poder a un individuo concreto –como si el poder fuera una pelota – es que ese cuerpo ha quedado convertido en altavoz. Me gustan los puntos porque dan espacio a la reflexión, aunque en verdad solemos leer aceleradamente y no hacemos una auténtica #pausa después de un punto. Por eso mejor pongo varios puntos y aparte y luego sigo:
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... Cuerpo convertido en altavoz... gracias a la amplificación de su poder... al ser LEGITIMADOS por... La Institución.
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Tomar el poder de la Institución ...y ponerlo al servicio... de... las verdades no oficiales/aceptadas.
Es decir, (propongo) apropiarnos de los discursos ya institucionalizados para obtener de ellos el poder que una institución (mayúscula y concreta) ya les ha dado. Una vez eres cuerpo parte de la institución x puedes tomarte el privilegio de ser algo más que cuerpo parte de la institución x ¡pues al puto fin y al cabo lo eres! y entonces es cuando performas tu subjetividad y rompes la hegemonía “1 cuerpo-1 discurso”.
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Y hasta aquí mi intervención (abierta). Lo dejo porque se entiende que los palos van por tomar consciencia (autoconsciencia del poder propio) del poder (con forma de pelota) “de formar parte de” subvertido para el interés propio (que no es solo propio sino apropiado como espacio de representatividad para nuevas colectividades) de representar las disidencias de tu (y la) subjetividad individual a través de encarnarlas (performarlas), visibilizarlas y no quedarse en la superficialidad común (ideología de las anti complejidades) der ser nada más y solamente nada más que “cuerpo parte de la institución x”.