Sostenibilidad y Cultura (pero de verdad)
Sostenibilidad y Cultura (pero de verdad) es un texto realizado por Adriana C. Tarela en julio de 2021. Adriana fue una de las invitadas para producir un texto en el marco de la convocatoria de pensamiento y escritura de Gravedad13.
En los últimos meses escuchamos por todas partes el mantra de la “cultura sostenible”. La agenda verde de la transición ecológica se ha trasladado definitivamente al sector cultural, hasta el punto de introducir muy acertadamente otras dimensiones de la sostenibilidad más allá de la ambiental. Esto es, las dimensiones social, económica y política. Pero una vez más el sistema capitalista en el que vivimos y trabajamos ha abducido el término hasta vaciarlo de sentido y ahora hasta multinacionales con dudosos sistemas de reparto de la riqueza como amazon hablan de sostenibilidad, en un ejercicio claro de “greenwashing” o marketing verde a través del cual tapar sus políticas de explotación laboral o ambiental.
¿Sostenibilidad o greenwashing? Hablemos de sostenibilidad, pero de verdad.
La sostenibilidad también ha llegado al sector cultural: cada vez son más los festivales que incluyen en su estrategia de comunicación sus compromisos con la sostenibilidad, y son muchos los proyectos culturales que integran en sus metas los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En Galicia por ejemplo acaba de firmarse un Pacto Cultura Sustentable [1] acuñado por Proxecta (coordinadora gallega de festivales de cine) y la Asociación de Festivais de Galicia.
Paralelamente el Consello da Cultura Galega [2] ha desarrollado un proceso durante un año a través de su comisión de políticas culturales con el tema de la sostenibilidad como centro y del que ya han salido unas jornadas técnicas, un decálogo de cultura sostenible orientado a las administraciones y un estudio sobre buenas pŕacticas relacionadas.Pero vayamos más allá, además de las buenas intenciones y de los valores a trasladar a través de nuestras acciones, ¿se tratan todos los ámbitos de la sostenibilidad? entramos por ejemplo en el aspecto fundamental de la sostenibilidad laboral y vital de un montón de jóvenes trabajadoras que nutren un sector profesional atomizado [3] en el que, según datos del 2013, un 94,4 % de las empresas tienen entre cero e cinco asalariadas, por lo que la mayor parte del empleo lo protagonizan trabajadorxs autònomas o micropymes, sin epígrafe propio en la seguridad social para la gestión cultural y donde los sueldos bajos y la autoexplotación horaria son la norma.
La incertidumbre en nuestro sector es una variable presente en cada trimestre, vivimos inmersas en la inestabilidad laboral derivada de la estructura del sector de la que se habla en el párrafo anterior y también de la falta de unas políticas culturales con una planificación a medio plazo que favorecen la falta de continuidad de muchos trabajos. Esto nos lleva a una situación permanente de precariedad. Precariedad económica, laboral y emocional, ya que nos es muy difícil desarrollar un proyecto de vida con un entorno laboral tan poco desarrollado.
Las personas enmarcadas en la “generación millenial” vivimos instaladas en una situación precaria (laboral y emocional). La falta de sostenibilidad económica en el entorno laboral en el que trabajamos, los bajos honorarios y la inestabilidad de nuestro sector supone una dificultad grande para generar un proyecto de vida a medio – largo plazo.
La sostenibilidad económica y laboral va de la mano de la emocional.
Mientras al hablar de sostenibilidad no integremos también la sostenibilidad laboral seguiremos enmascarando la precariedad. Si conseguimos que se dignifiquen nuestros honorarios, que las políticas culturales consoliden los proyectos en los que trabajamos y que la estructura del sector profesional en el que nos enmarcamos transite de la polarización extrema a las estructuras intermedias (por ejemplo las cada vez más frecuentes cooperativas culturales) que puedan garantizar condiciones laborales dignas, entonces podremos hablar de sostenibilidad en todas sus dimensiones. Para ello necesitamos posicionar en las agendas nuestras demandas y una herramienta posible son las asociaciones profesionales y otras plataformas de trabajo conjunto como es Galaxxia que nos permitan luchar contra la gravedad de nuestras condiciones de vida de una forma colectiva.
Si hablamos de sostenibilidad laboral también hablamos de conciliación, y si, conciliar no es sólo hacerlo para cuidar, sino también para conciliar nuestra vida personal y social. El hecho de poder seleccionar nuestros proyectos, colaboradoras, redes de trabajo o apoyo mútuo también significa determinar nuestros horarios, nuestro período de vacaciones (no pagadas) y decidir nuestra carga de trabajo.
Ser autónoma, freelance, o personal libre en el sector cultural supone vivir en una incertidumbre laboral y económica, pero también nos permite ser libres y no depender de un único “jefe”. Ahora sólo nos queda equilibrar la balanza de la precariedad, con la de la libertad, y podremos hablar entonces de sostenibilidad, pero de verdad.
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Este artículo está escrito desde la perspectiva de una profesional autónoma, millenial y precaria.
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Referencias
[1] Asociación de Festivais de Galicia. Pacto Cultura Sustentable. Disponible en: http://pactoculturasustentable.gal/
[2] Consello da Cultura Galega. Cultura e sustentabilidade. Disponible en: http://consellodacultura.gal/publicacion.php?id=4419
[3] Lorenzo, M. (2019). A Xestión Cultural en Galicia. Andavira Editora