Diferencia entre revisiones de «Humo gratis, dinero gratis»

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''Humo gratis, dinero gratis'' es un texto de [https://www.instagram.com/klari_moreno/ Clara Moreno Cela] realizado en abril de 2021. Clara fue nuestra primera invitada para producir un texto en el marco de la convocatoria de pensamiento y escritura de [[Gravedad13]]. La invitación: reflexionar acerca del "funcionamiento de las convocatorias culturales". <blockquote>Yo leo “OPEN CALL” y ya se me ponen los ojos con forma de moneda. La decepción no tarda en llegar cuando la letra pequeña del anuncio reconoce que hay que pagar para participar en una exposición sobre la importancia del agua en un Centro Cultural del extrarradio. Que nada tengo yo en contra de los barrios de periferia, pero todo el morro-privilegio de vivir en uno de los epicentros culturales del Estado Español (con todas las facilidades que supone poder permitirse ser artista), decae en el momento en el que me doy cuenta de que en el mail semanal de arteinformado no entro en ninguna de las categorías para poder presentarme a una convocatoria de las que sí pagan. Es verdaderamente complicado introducirse en el ámbito laboral de lo Cultural y el Arte sin pasar por el aro de la institución, pero lo que sí me resulta inimaginable es mantener esa carrera de una manera sostenible, y ya no sólo económicamente. Soy artista y me cuesta imaginar cómo poder llevar a cabo mi carrera de manera sana y pacífica. Quizás deba llevar a cabo un proyecto con tal fin.  
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''Humo gratis, dinero gratis'' es un texto de [https://www.instagram.com/klari_moreno/ Clara Moreno Cela] realizado en abril de 2021. Clara fue nuestra primera invitada para producir un texto en el marco de la convocatoria de pensamiento y escritura de [[Gravedad13]]. La invitación: reflexionar acerca del funcionamiento de las convocatorias culturales. <blockquote>Yo leo “OPEN CALL” y ya se me ponen los ojos con forma de moneda. La decepción no tarda en llegar cuando la letra pequeña del anuncio reconoce que hay que pagar para participar en una exposición sobre la importancia del agua en un Centro Cultural del extrarradio. Que nada tengo yo en contra de los barrios de periferia, pero todo el morro-privilegio de vivir en uno de los epicentros culturales del Estado Español (con todas las facilidades que supone poder permitirse ser artista), decae en el momento en el que me doy cuenta de que en el mail semanal de arteinformado no entro en ninguna de las categorías para poder presentarme a una convocatoria de las que sí pagan. Es verdaderamente complicado introducirse en el ámbito laboral de lo Cultural y el Arte sin pasar por el aro de la institución, pero lo que sí me resulta inimaginable es mantener esa carrera de una manera sostenible, y ya no sólo económicamente. Soy artista y me cuesta imaginar cómo poder llevar a cabo mi carrera de manera sana y pacífica. Quizás deba llevar a cabo un proyecto con tal fin.  
  
 
A las artistas no nos queda otra que aprender a regalar humo. Y digo regalar porque cuando te presentas a una convocatoria para desarrollar un proyecto estás trabajando gratis para esa institución. Estás regalando tu tiempo e ideas a un conjunto de personas que, con mejor o peor intención, deciden entre cientos de ilusiones cuál podría ser el resultado más prometedor. Los dossieres son cúmulos de ficciones bocetadas y aproximadas. Y esto es algo que no me parece per sé cruel, porque tengo especial afición a las preguntas sin resolver y a las obras inconclusas, siempre en proceso. Los tiempos de creación responden a los ritmos de las propias creadoras, pero los tiempos y las exigencias de la institución son otros, son los tiempos de los resultados y las respuestas cerradas. Por un lado es comprensible, porque son las responsabilidades que se te exigen como pacto a la hora de aceptar una beca, una residencia, una ayuda. Cuando lo que se te pide es exclusividad de ideas para con ese open call, lo que se produce es un congelado en el tiempo de ese proyecto en el que tienes puestas tus esperanzas. Hay que tener muchos frentes abiertos, tener claro lo que quieres, cómo lo quieres formalizar y transmitir esa seguridad en unos pdfs objetos de muchas velas encendidas para que se lean con cuidado y atención. Tengo mucha fe en la responsabilidad individual de la artista y creo firmemente en el acto de hacer como algo bonito y generoso. Quizás lo piense por mimar lo que trabajo. Por otro lado, la institución no tiene en cuenta que, en el Arte, vale todo y para pensar desde otras herramientas y lenguajes tenemos que tener puesta la mirada en que aquí puede ocurrir cualquier cosa. Pero al final es su dinero y nosotras estamos poniendo nuestro esfuerzo porque es un intercambio y estamos trabajando. Estamos poniendo ideas y cuerpo a disposición de la institución, y por ser Arte no deja de ser un servicio.  
 
A las artistas no nos queda otra que aprender a regalar humo. Y digo regalar porque cuando te presentas a una convocatoria para desarrollar un proyecto estás trabajando gratis para esa institución. Estás regalando tu tiempo e ideas a un conjunto de personas que, con mejor o peor intención, deciden entre cientos de ilusiones cuál podría ser el resultado más prometedor. Los dossieres son cúmulos de ficciones bocetadas y aproximadas. Y esto es algo que no me parece per sé cruel, porque tengo especial afición a las preguntas sin resolver y a las obras inconclusas, siempre en proceso. Los tiempos de creación responden a los ritmos de las propias creadoras, pero los tiempos y las exigencias de la institución son otros, son los tiempos de los resultados y las respuestas cerradas. Por un lado es comprensible, porque son las responsabilidades que se te exigen como pacto a la hora de aceptar una beca, una residencia, una ayuda. Cuando lo que se te pide es exclusividad de ideas para con ese open call, lo que se produce es un congelado en el tiempo de ese proyecto en el que tienes puestas tus esperanzas. Hay que tener muchos frentes abiertos, tener claro lo que quieres, cómo lo quieres formalizar y transmitir esa seguridad en unos pdfs objetos de muchas velas encendidas para que se lean con cuidado y atención. Tengo mucha fe en la responsabilidad individual de la artista y creo firmemente en el acto de hacer como algo bonito y generoso. Quizás lo piense por mimar lo que trabajo. Por otro lado, la institución no tiene en cuenta que, en el Arte, vale todo y para pensar desde otras herramientas y lenguajes tenemos que tener puesta la mirada en que aquí puede ocurrir cualquier cosa. Pero al final es su dinero y nosotras estamos poniendo nuestro esfuerzo porque es un intercambio y estamos trabajando. Estamos poniendo ideas y cuerpo a disposición de la institución, y por ser Arte no deja de ser un servicio.  

Revisión del 12:16 24 sep 2021

Humo gratis, dinero gratis es un texto de Clara Moreno Cela realizado en abril de 2021. Clara fue nuestra primera invitada para producir un texto en el marco de la convocatoria de pensamiento y escritura de Gravedad13. La invitación: reflexionar acerca del funcionamiento de las convocatorias culturales.

Yo leo “OPEN CALL” y ya se me ponen los ojos con forma de moneda. La decepción no tarda en llegar cuando la letra pequeña del anuncio reconoce que hay que pagar para participar en una exposición sobre la importancia del agua en un Centro Cultural del extrarradio. Que nada tengo yo en contra de los barrios de periferia, pero todo el morro-privilegio de vivir en uno de los epicentros culturales del Estado Español (con todas las facilidades que supone poder permitirse ser artista), decae en el momento en el que me doy cuenta de que en el mail semanal de arteinformado no entro en ninguna de las categorías para poder presentarme a una convocatoria de las que sí pagan. Es verdaderamente complicado introducirse en el ámbito laboral de lo Cultural y el Arte sin pasar por el aro de la institución, pero lo que sí me resulta inimaginable es mantener esa carrera de una manera sostenible, y ya no sólo económicamente. Soy artista y me cuesta imaginar cómo poder llevar a cabo mi carrera de manera sana y pacífica. Quizás deba llevar a cabo un proyecto con tal fin.

A las artistas no nos queda otra que aprender a regalar humo. Y digo regalar porque cuando te presentas a una convocatoria para desarrollar un proyecto estás trabajando gratis para esa institución. Estás regalando tu tiempo e ideas a un conjunto de personas que, con mejor o peor intención, deciden entre cientos de ilusiones cuál podría ser el resultado más prometedor. Los dossieres son cúmulos de ficciones bocetadas y aproximadas. Y esto es algo que no me parece per sé cruel, porque tengo especial afición a las preguntas sin resolver y a las obras inconclusas, siempre en proceso. Los tiempos de creación responden a los ritmos de las propias creadoras, pero los tiempos y las exigencias de la institución son otros, son los tiempos de los resultados y las respuestas cerradas. Por un lado es comprensible, porque son las responsabilidades que se te exigen como pacto a la hora de aceptar una beca, una residencia, una ayuda. Cuando lo que se te pide es exclusividad de ideas para con ese open call, lo que se produce es un congelado en el tiempo de ese proyecto en el que tienes puestas tus esperanzas. Hay que tener muchos frentes abiertos, tener claro lo que quieres, cómo lo quieres formalizar y transmitir esa seguridad en unos pdfs objetos de muchas velas encendidas para que se lean con cuidado y atención. Tengo mucha fe en la responsabilidad individual de la artista y creo firmemente en el acto de hacer como algo bonito y generoso. Quizás lo piense por mimar lo que trabajo. Por otro lado, la institución no tiene en cuenta que, en el Arte, vale todo y para pensar desde otras herramientas y lenguajes tenemos que tener puesta la mirada en que aquí puede ocurrir cualquier cosa. Pero al final es su dinero y nosotras estamos poniendo nuestro esfuerzo porque es un intercambio y estamos trabajando. Estamos poniendo ideas y cuerpo a disposición de la institución, y por ser Arte no deja de ser un servicio.

Una vez se ha atravesado el periodo de las expectativas preconvocatoria (con todo el tiempo y esfuerzo que conlleva), y que cumplas los requisitos legales para acceder a ella (entiendo que el laberinto burocrático es muy distinto para una persona menor o mayor de edad, con residencia legal, si se han superado los 35 años, el empadronamiento, la nacionalidad, la diversidad funcional y un largo etc...), cuando eres una de las personas premiadas, comienza de nuevo el laberinto burocrático. Me llama especialmente la atención que la normativa pública de ayudas a la creación no permita, por ejemplo, que la artista pueda cobrar honorarios de manera legal, ya que se supone que la pieza que lleve a cabo, se presupone que se vaya a comercializar con ella. He aquí otra brecha de clase que distingue a quién le compensa aceptar el premio y a quién no. Y quién pueda adelantar esa suma de dinero que se cobra prácticamente un año después es otro escalón más. El lenguaje de los IVAs, los IRPFS y las cláusulas de letra extraña no está hecho para que accedamos a él.

Desde luego que existen propuestas de convocatorias que tienen en cuenta la diversidad en los procesos, el mimo y el acompañamiento. Lo ideal sería que éstas fuesen un complemento al trabajo de artista. Yo a veces fantaseo con la idea de un funcionariado en Arte. ¿Cómo serían las oposiciones? ¿Qué se tendría en cuenta a la hora de valorar esas pruebas? Probablemente sueñe con ese prisma porque me lo puedo permitir. Mis principios vendidos a la tranquilidad del capital seguro que no tendrían problemas en sacrificar dilemas ético morales de cara al Arte. La cuestión es que ahora contamos con ciertas herramientas y tendremos que encontrar las grietas de la institución y aprender a leerla si queremos que nuestra carrera siga siendo sostenible.

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